El nombre propio de la felicidad de María Jeunet

Título original: El nombre propio de la felicidad (2016)

Autora: María Jeunet
Saga: -
Género: Contemporánea
Editorial: Planeta
Traductor: -
Edición: Mayo de 2016
Mi puntuación: ★★★☆☆

Mientras Nico, antaño un joven escritor de éxito, trata de arreglar la vida de los que le rodean, la suya va cayendo en un pozo del que cada día le resulta más difícil salir: hace años que no escribe, acaba de mudarse a una polvorienta buhardilla parisina y para conseguir un dinero extra trabaja en el metro de París.

Sus inesperados nuevos amigos y el dibujo abandonado por una chica misteriosa en los túneles del metro serán los detonantes para que Nico decida, por fin, dejar de preocuparse por el bienestar de los demás y acometa la tarea de su vida: alcanzar su propia felicidad.

El nombre propio de la felicidad es un cuento de hadas contemporáneo con un protagonista honesto, inocente y optimista que adorarás desde la primera página.

Esa portada tan preciosa en tonos azules y la Torre Eiffel de París de fondo me enamoró. La sinopsis me pareció atractiva, prometía una historia de amor de aquellas que te encogen el alma y la cantidad de buenas opiniones que empecé a ver poniendo el libro por las nubes terminaron de convencerme. Pues bien, ahí debía estar yo cuando me decidí a leer este libro: en las nubes.

Siento que algo ha fallado aquí y no logro entender porque este libro ha gustado tantísimo. La sinopsis habla de "un cuento de hadas contemporáneo" y sabéis que yo no soy mucho de cuentos de hadas pero si me gusta una buena historia de amor bien contada. ¿Qué ha pasado aquí entonces? Quizá es que yo no he visto dicha historia de amor. Quizá es solo que mi cuento de hadas no se asemejaría en nada a esta historia.

Pero vayamos por partes. El nombre propio de la felicidad nos cuenta la historia de Nico desde su propio punto de vista. Hace años escribió un cuento para niños que tuvo un gran éxito pero desde entonces no ha sido capaz de conseguir nada que esté a la altura. Presionado por su editor, decide mudarse a una buhardilla de París que le cuesta un ojo de la cara y buscar un trabajo de media jornada vigilando las cámaras del metro de París. Y entre jornada y jornada intentar encontrar la inspiración para escribir un nuevo cuento.

El trabajo en el metro termina gustándole más de lo que el habría pensado y rápidamente se habitúa a sus nuevos compañeros, que terminarán conformando un grupo de amigos de lo más diverso y curioso.

En un día cualquiera, Nico ve a través de las cámaras a una chica con abrigo amarillo y bolso verde que enseguida capta su atención por lo triste que parece. La chica se sienta en un banco, escribe algo en un papel y termina por tirarlo en una de las papeleras del metro. Papel que Nico corre a recuperar y en el que encontrará dibujado un bosque que le dará la inspiración para empezar un nuevo cuento. A partir de aquí, la chica misteriosa pasa a ser la musa de Nico y a partir de aquí es cuando empieza a escamarme esta historia.

El tema de la musa no queda en una anécdota en si, si no que Nico empieza a desarrollar una obsesión con esta chica que termina arrastrando a todos sus compañeros de trabajo. Y no sé que es peor, que el los arrastre o que ellos se dejen arrastrar. De esta manera, Nico empieza a controlar las cámaras en busca de la chica misteriosa, recuperando los papeles que tira a la basura, haciendo que uno de los vigilantes la ronde para escuchar su voz e incluso mandando a una vigilante a que derribe a la chica un día que él cree que esta se va a lanzar a las vías. Y a todo esto, la pobre chica sin enterarse de que todos los que trabajan en el metro la tienen en su punto de mira. Pero es que eso no es todo, no. Nico terminará conociendo a la chica y le contará todo lo que ha hecho hasta el momento, cosa que a ella le parecerá enternecedor.

No. Esto no va así. Lo siento pero para mi Nico hace mucho rato que traspasó la línea del acoso. Puedo entender que el vea una chica que le gusta a través de las cámaras, que junto a sus amigos piensen una manera para conseguir que la conozca, pero… ¿todo lo demás? Rebuscar en las papeleras en busca de los papeles que ella ha tirado, espiarla para saber a donde va… Es que yo no veo el cuento de hadas por ningún lado. Y si luego le añado que poco después Nico desarrolla unos celos absurdos y enfermizos… peor me lo ponéis.

Sin embargo y dejando de lado lo que es la trama principal, la escritura de la autora me ha gustado. Dulce y sencilla, con una ambientación exquisita que ha logrado transportarme a París y a un pintoresco y encantador pueblecito.

El libro tiene más subtramas a las que creía que se les sacaría más jugo pero que quedan eclipsadas por la obsesión de Nico. Por suerte, a mitad del libro la historia sufre un cambio y ha logrado que esa segunda parte se me hiciera más amena pero lo que es libro en si, me ha dejado un regusto amargo. 

De El nombre propio de la felicidad esperaba mucho más, no ha sido libro para mí pero, por favor, no lo descartéis solo por eso. Tiene muchísimas buenas opiniones y sabéis que cuando quiero puedo ser muy tiquis miquis. 

Aunque el libro no me ha convencido, la autora si y por eso ya estoy echándole un vistazo a sus otros libros.