El niño en la cima de la montaña de John Boyne

Título original: The Boy at the Top of the Mountain
Autor: John Boyne
Saga: -
Género: Histórica
Editorial: Salamandra
Traductor: Patricia Antón de Vez
Primera edición: Abril de 2016
Nº páginas: 249 páginas
Mi puntuación: ★★★☆☆

De padre alemán y madre francesa, Pierrot ha tenido una infancia no muy distinta de la de cualquier niño de su época. Sin embargo, nos hallamos en París, corre el año 1935 y la guerra que se avecina trastocará el destino de millones de personas. Tras la muerte prematura de sus padres, Pierrot deberá separarse de su íntimo amigo Anshel y abandonar Francia para vivir con su tía Beatrix, que trabaja de ama de llaves en una mansión imponente erigida en lo alto de una montaña. Pero no es una casa cualquiera; se trata nada menos que del Berghof, la enorme residencia que Adolf Hitler posee en los Alpes de Baviera.
Así, a sus siete años, alojado de manera involuntaria en el entorno íntimo del todopoderoso Führer, Pierrot se verá inmerso en un mundo tan extrañamente seductor como peligroso. En él no hay lugar para la inocencia, y cuando al final de la guerra es capturado por los aliados, Pieter -como ahora se llama- llevará un peso insoportable en su conciencia. A su regreso a París, abrumado por la culpa, un aspecto clave de la historia surgirá como una tabla de salvación, y el inesperado desenlace será una muestra más de la insondable dimensión del perdón y la amistad.

Hace años (no recuerdo si cuando tuvo todo el boom o poco después) leí El niño con el pijama de rayas del que guardo muy buen recuerdo por eso al enterarme que el autor volvía a publicar un libro del mismo estilo lo quise leer inmediatamente lo que se traduce en que lo compré inmediatamente y se quedó muerto de asco en mi estantería hasta que ha salido como lectura en Oasis Literario (¿aún no sabéis de qué va esto? ¡Pinchad en la imagen!).

Pierrot vive en París junto a sus padres: él, alemán, luchó en la Gran Guerra y apenas puede lidiar con las pesadillas de lo que tuvo que vivir, aún y así saca tiempo para enseñarle alemán a su hija y explicarle las grandezas de su patria. La madre de Pierrot que es francesa, tendrá que sufrir el carácter agrio de su marido, hasta que este abandone el hogar.
El mejor amigo de Pierrot es Anshel, su vecino judío que vive con solo con su madre. Pierrot y Anshel se comunican a través de signos pues el segundo es sordo y les une el gran amor por las historias. Anshel quiere ser escritor de mayor y, aunque Pierrot ha intentado escribir alguna vez, se le da mucho mejor narrar las historias que luego Anshel escribe por él.
Pero la vida de Pierrot dará un vuelco al perder a sus padre con pocos años de diferencia. Con siete años se verá solo en el mundo hasta que su tía Beatrix lo reclame y lo lleve a vivir con ella nada más y nada menos que al Berghof, la segunda residencia del Führer, donde su tía ejerce como ama de llaves.

Para ser sincera, este libro no me ha dejado tan buen sabor de boca como el anterior y es que, si algo tengo claro, es que a este le faltan páginas para llegar a transmitirme lo que el autor quería.
El libro está estructurado en tres partes donde vemos la infancia de Pierrot con sus padres en la primera y su infancia y adolescencia en el Berghof en las dos siguientes. Pierrot debe acostumbrarse a muchos cambios en cuanto llega a la casa en la cima de la montaña, siendo los más importantes su cambio de nombre, a partir de ahora será Pieter pues Pierrot es demasiado francés, y no puede hablar de Anshel bajo ninguna circunstancia.
El cambio que sufre Pieter (Pierrot) a lo largo del libro es notable: vemos como un niño dulce y cariñoso se deja corromper por el poder, llegando a creer que está por encima de todos solo por formar parte de las Juventudes Hitlerianas y su apego a Hitler será más claro a medida que avanza el libro pero, aquí viene mi gran problema con este libro: tenemos el punto A (el niño cariñoso y dulce) y el punto B (el joven que se cree superior a todos) pero el camino entre estos dos puntos está demasiado difuminado, demasiado por encima. ¿Dónde están esas conversaciones entre el Führer y el niño donde el primero poco a poco va instruyendo al niño en sus ideales? Apenas vemos atisbos de ellas. ¿Dónde está ese apego entre los dos para que Pieter acabe traicionando como lo hace? 

La sensación que me queda es que Pieter tan solo ve a Hitler como figura de autoridad por asociación y repite todos los ideales como si fuera un loro. Que probablemente es lo que ocurría con muchos jóvenes de la época pero me habría gustado que el autor trabajara esta parte mucho más, que incluyera más conversaciones entre el Führer y Pieter, que nos mostrara realmente el adoctrinamiento que sufre el niño.

Tenía ganas de releer El niño con el pijama de rayas (sobretodo después de comentarlo con cierta persona que lo odió) pero con la sensación que me deja este tengo verdadero pavor a destrozar el buen recuerdo que tengo del primer libro.

El niño en la cima de la montaña es una lectura entretenida que se lee de una sentada pero en la que me ha faltado mucho más trabajo en la personalidad del protagonista, me ha faltado mucho más para creerme que pase de un dulce niño al adolescente que conocemos al final.