La red púrpura de Carmen Mola

Título original: La red púrpura (2019)
Autora: Carmen Mola
Saga: Inspectora Elena Blanco #2/3
Género: Thriller
Editorial: Alfaguara
Traductor: -
Edición: Abril de 2019
Nº páginas: 432 páginas
Mi puntuación: ★★★★☆

Un día tórrido de verano, la inspectora Elena Blanco, al frente de la Brigada de Análisis de Casos, allana la vivienda de una familia y llega hasta la habitación del hijo adolescente. En la pantalla de su ordenador se confirman sus sospechas: el chico está viendo en directo cómo dos encapuchados torturan a una joven. Impotente, presencia el sádico espectáculo hasta la muerte de la víctima. ¿Cuántas antes habrán caído en manos de la Red Púrpura? La BAC ha estado investigando durante meses a esta organización que trafica con vídeos de violencia extrema en la Deep Web. Y a lo largo de todo este tiempo, Elena ha mantenido en secreto, incluso para su compañero, el subinspector Zárate, su mayor temor: que la desaparición de su hijo, cuando no era más que un niño, puede estar relacionada con esta trama macabra. ¿Dónde está Lucas? ¿Quién es ahora? ¿Y qué límites está ella dispuesta a transgredir?

Como ya os comenté en mi entrada de La novia gitana, ese primer libro me gustó tanto que no tardé demasiado tiempo en leer el segundo, sobre todo porque sabía de antemano que en este nos metíamos de lleno en esa trama secundaria que había despertado mi curiosidad.

En el primer libro nos enteramos, así de pasada, de la existencia de algo llamado la "Red Púrpura", una organización que trafica con vídeos violentos en la Deep Web y a la que la BAC ha estado investigando desde entonces. Por ello, Carmen Mola vuelve a regalarnos un inicio impactante: la BAC finalmente localiza a uno de los consumidores de vídeos snuff, irrumpe en su domicilio para detenerlo y se encuentran con un chico de dieciséis años. Gracias a él empezarán a deshacer la madeja, intentando acercarse cada vez más a los cabecillas de la Red.

Si bien este libro también me ha gustado, reconozco que disfruté más del anterior. Ya he comentado muchas veces que me gusta que a los inspectores no les caigan las pistas encima una detrás de otra, siempre me parece más real si en algún momento la investigación toma un camino incorrecto y tienen que volver unos pasos atrás y vuelta a empezar, pero en esta ocasión si hubo un momento en el que me pareció que este caso no avanzaba. 

Sin embargo, hay muchos puntos que sí me han gustado: de entrada, la batalla interna de unos padres al descubrir que su hijo adolescente se ha sentado frente al ordenador para ver como torturan y matan a alguien. ¿Cómo reaccionas a algo así? ¿El amor incondicional que sientes hacia tu hijo puede ser más fuerte que el rechazo instantáneo a la violencia? Por no hablar del chico en si, ¿qué te lleva a disfrutar de ese nivel de violencia? Más aún cuando el mismo chico admite que él no es violento, que cuando hay peleas en el instituto es de los que hace todo lo que puede por separar... pero la ultraviolencia tira de él como la miel a las abejas. 

Hay una película protagonizada por Nicholas Cage que recuerdo especialmente de mi adolescencia y que no he podido evitar rememorar con este libro: Asesinato en 8mm. En ella una viuda rica contrata a Cage para que investigue una cinta de 8mm que ha encontrado en la caja fuerte de su marido. La cinta es una película snuff, algo que todo el mundo cree que es un mito y la mujer quiere que Cage le confirme que lo que ha visto no es real, que la chica a la que asesinan en realidad está vivita y coleando.

Lo que más me impactó de esta película en su momento fue descubrir a qué tipo de brutalidades tienen acceso la gente adinerada y, más aún, descubrir que se creen con el derecho a que estas ocurran. Esto te lleva a preguntarte hasta qué punto este tipo de organizaciones se dan en la vida real y cuantas desapariciones y asesinatos sin resolver pueden tener algo que ver con ellas. Sin ir más lejos, aquí en España tenemos un caso bastante famoso del que siempre se ha rumoreado que tiene algo que ver con gente con poder. 

La Red Púrpura deja una sensación similar, solo hay dos formas de participar en ella: tener mucho dinero en el banco o ser una de sus víctimas y a medida que vamos avanzando en el libro, las escenas son más cruentas, más sangrientas. Esto es algo que caracteriza a Carmen Mola, no le da miedo representar escenas gore y desgranartelas detalle a detalle, aunque a mí personalmente me dan más cosita esas en las que cuenta menos... es ahí donde la imagen mental que se crea en mi cabeza se va de madre.

Elena Blanco es quien me ha gustado más en este libro, probablemente porque la historia le toca de lleno y por ello la vemos más débil, más superada por las circunstancias. Aún así, logra sacar fuerzas de flaqueza para llegar hasta el final y recuperar aquello tan preciado para ella que le robaron hace años... o perderlo para siempre.

En definitiva, los libros de Carmen Mola son entretenidos aunque no os los recomiendo si sois aprensivos. La novia gitana me gustó un poco más, pero La Red Púrpura tiene el encanto de tratar temas interesantes.

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